jueves, 21 de marzo de 2013

Cosas del destino


Hoy me ha pasado algo que llevaba esperando mucho tiempo y que ya daba por perdido…

Corría Febrero de 2011, aquel año que llovió todo el invierno sin parar…,  Manuel Almansa Vargas y yo nos reuníamos a las 6 de la mañana en una mañana de frío y viento propicia para quedarse en la cama y levantarse a las 11 de la mañana… Sin embargo optamos por un plan alternativo más provechoso…

Tras los 120 km de rigor, hacíamos escala frente a un mar de líneas perfectas que dejaban sin palabras a todo el que allí se encontraba. Sonaba ese curioso silencio que se oye cuando el mar está serio, mucho revuelo de furgonetas, y como dice Germán Pulido, mucha gorrita y mucho pantaloncito…pero en el paseo marítimo.

Tras un par de plátanos a modo de desayuno y poca conversación entre mi acompañante y yo, tuvimos claro cual era el plan, para dentro. El traje costaba más de la cuenta ponérselo, parecía que no quería entrar y aparecían algunos dolores inexistentes curiosamente. Pero el plan estaba decido y no cabía marcha atrás.

En aquellos meses el físico acompañaba así que junto con 6 desconocidos más entramos a un mar vacío, perfecto e inolvidable. El desarrollo de la sesión fue simplemente espectacular, de las mejores sesiones de mi vida y con una luz y un contexto que ni el mejor de los poetas podría plasmar en un folio. Calidad de algún país famoso de Asia… se oía y en el Sur de España nada más y nada menos. La apuesta salió ganadora, ya que no era de preveer tanta perfección con unas condiciones tan inusuales y tan arriesgadas, pero al final…valió la pena.

Y como siempre… las mejores sesiones, los mejores momentos y las mejores sensaciones generalmente no están jamás recogidas en imágenes, sólo en recuerdos y flashes que posteriormente comentarás pero sin poder enseñar. Sólo valdrá la palabra. Aquella sesión estuvo formada por momentos de gloria y momentos difíciles…pero el cómputo global fue una sesión que jamás olvidaré. Quizás un regalo a tanto esfuerzo, pero lo cierto es que en mi haber queda esta sesión junto con la gran compañía de Manuel Almansa.

Pues bien, cosas del destino, hace a penas pocas horas, sin querer miraba Internet en una de esos ratos de una foto, otra y otra… cuando de repente vi una foto que sin prestar demasiada atención me resultó familiar. Continué con mi sesión de fotos anónimas, hasta que me pudo la curiosidad y volví a la que momentos antes me había llamado la atención tanto y que me resultaba tan familiar. Y fue pues cuando ampliando…me llevé una gran alegría. Y es que aquella foto era de Aquel día, aquella foto que sin querer me encontré era de nosotros dos remontando hacia dentro en esa sesión que jamás podrá olvidarse. Como decía, di por perdida cualquier prueba que me permitiera contemplar aquella sesión que desde dentro se veía tan perfecta y de repente tenía delante mía un recuerdo que valdrá la pena enmarcar.

De todos modos, como se suele decir, Una imagen vale más que mil palabras.